La foca monje del Mediterráneo era abundante en Madeira en el siglo XV, según los testimonios de los primeros europeos que arribaron a sus costas. Lamentablemente, la persecución a la que fue objeto por su grasa y piel casi provocó su desaparición. A mediados del siglo XX, y debido también a la presión pesquera, sólo quedaban focas monje en algunos puntos remotos e inaccesibles del archipiélago. En los años 80 se estimó que únicamente sobrevivían entre 6-8 individuos en las Islas Desertas. Tan desoladores números hicieron presagiar lo peor, pero en 1988 el Serviço do Parque Natural da Madeira  comenzó un programa para la recuperación de esta población , que condujo a la creación de la Reserva Natural de las Islas Desertas en 1990, y a la sustitución de las artes de pesca no selectivas utilizadas, con lo que se consiguió frenar su declive y evitar su inminente extinción. Desde entonces se mantiene este programa y el número de animales ha aumentado progresivamente, hasta la estima actual de entre 30-40 ejemplares.

En consonancia, en los últimos años el Serviço do Parque Natural da Madeira ha reunido un número cada vez más grande de avistamientos en la isla de Madeira de animales provenientes de las islas Desertas. Esta fase de recolonización está provocando una clara situación de cambio en el estado de conservación de la especie, al aumentar las interacciones con las actividades humanas como la pesca, el submarinismo, la observación de cetáceos, etc.. Por tanto, es necesario redefinir estrategias para reducir estas amenazas, mejorar la protección de la foca monje y su hábitat, y poner en marcha un sistema de vigilancia del estado de conservación de ambos en el archipiélago, que permita su actualización y su seguimiento en el futuro. Esas son las bases y objetivos del presente proyecto.